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Arquitectos: em-estudio
- Área: 472 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Emanuel Velásquez, Nin Solis, Diego Padilla Magallanes
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Proveedores: MACERE México, Porcelanosa Grupo, Smeg, Atelier Central, AutoCAD, Bandido Studio, Ceramica Antique, David Pompa, Dendrón, Encrudo, La Metropolitana, Mosaicos Oaxaca, Namuh, Onora, SketchUp, Sukabumi, rrres, txt.ure
“La Extraviada es un pez que se convirtió en un sueño que se convirtió en un proyecto que se convirtió en una casa que mira al mar.” Mirando al Océano Pacífico, La Extraviada está construida en la ladera del cerro frente a la tranquila y majestuosa playa Mermejita, totalmente rodeada por la naturaleza. La Extraviada es una casa pensada para vacacionar en Mazunte, Oaxaca, donde siempre hace calor. Bajo esta premisa, la vivienda se diseñó pensando en las vistas hacia el mar y buscando el paso del aire con ventilaciones cruzadas que dan frescura a los espacios. Es un proyecto que no lucha contra la naturaleza de su contexto y el desgaste que ocasiona la proximidad al mar, la sal, el sol y la humedad, sino que lo usa a su favor convirtiéndolo en parte esencial del diseño.
La casa busca mimetizarse con el cerro adaptándose a su topografía, donde los espacios se van descubriendo conforme se baja o se sube la montaña. La volumetría del proyecto surge a partir de la superposición de volúmenes pétreos, que contienen grandes ventanales de madera, y que se proyectan uno sobre otro, adaptándose a la pendiente del terreno, generando terrazas y volados que dan sombra y que acompañan las corrientes del viento, creando una imagen de piedras en equilibrio en la ladera del cerro. El acceso es por la parte alta del terreno, donde se ubica el estacionamiento y la entrada principal.
Para acceder a la vivienda, se bajan unas escaleras contenidas entre muros que desembocan en un patio vestíbulo de piedra. El área social se conforma por un pabellón de estructura de madera y cubierta de teja de barro que se abre hacia la terraza y alberca que acompañan la vista hacia el mar, y se complementa con el patio de piedra que contiene el espacio y permite el flujo del aire. En este pabellón se encuentran la sala, el comedor y la cocina, dentro de grandes puertas de persianas corre plegadizas de madera que se abren y cierran conforme lo pide el sol, la lluvia y el viento.
La casa cuenta con cuatro habitaciones, dos integradas al bloque principal y dos que pueden funcionar como estudios independientes, ya que cuentan con un acceso propio desde la parte baja del terreno y tienen cocinetas y pozas de agua fresca privadas para cada una. En un costado de la terraza principal surge una escalinata que baja contenida entre muros que se proyectan a una doble altura enmarcando la naturaleza, desde donde se accede a dos de las habitaciones. En el lado opuesto, surge una escalinata de piedra que serpentea en la topografía, inmersa en la naturaleza del cerro, y que baja hacia las habitaciones-estudio y continua hasta la playa.
La mayoría de los materiales utilizados en la construcción proceden de la región, como la madera de macuil en la carpintería y de guapinol en la estructura, y la piedra de canteras cercanas en patios y escaleras. La cubierta del pabellón principal es de teja plana de barro. Todos los muros del proyecto tienen un acabado en cemento pulido mezclado con pigmentos de color café, buscando, al igual que con la teja, mimetizar los volúmenes con la gama de tonos del entorno, buscando que la pátina del tiempo sea una parte integral en la imagen del proyecto donde la intemperización va dotando de carácter a los volúmenes. El concreto aparente, presente en todo el proyecto, permite que las formas que lo integran surjan en medio una pendiente tan pronunciada, siendo además un lienzo ideal para ser transformado en su apariencia con el paso de la naturaleza y el tiempo.